Enviado por el P. Santiago Palancas-mercedario
Con 5 años mis padres me matricularon en el
Colegio de las Madres Mercedarias de la Caridad de mi pueblo, Herencia; y
durante 6 cursos estuve formándome con aquellas buenas religiosas que estaban
entregando su vida allá “en un lugar de la Mancha”.
Y con el tiempo uno descubre que lo que ha
recibido, de una manera u otra, tiene que irlo devolviendo. Y así me he situado
yo en estos Ejercicios Espirituales que desde el Viernes de Dolores hasta la
Vigilia Pascual he estado compartiendo con ustedes, mis hermanas las
Mercedarias de la Caridad de aquí, de República Dominicana. Cuando me lo
pidieron pensé justamente en eso: “tendré que devolver todo lo que ellas me han
entregado”.
Desde el primer día les dije que eran unas
atrevidas, porque eran los primeros Ejercicios Espirituales que yo dirigía a unas
monjas. Además yo no era (ni soy) ningún erudito, buen predicador o experto en
“direcciones espirituales”. Pero que si ustedes se querían meter en ese lío,
íbamos a ver cómo salíamos de él.
También les avisé que ustedes podían tener algo
seguro: “yo les quiero, porque, en parte, mucho de lo que soy, se lo debo a
hermanas mercedarias como ustedes”.
Después de haber tenido la experiencia, miro
hacia atrás y descubro que ustedes me han enseñado a mí mucho más que yo a ustedes.
He descubierto mujeres que aman lo que hacen, que se entregan y se dan por los
más pobres; he estado al lado de unas religiosas que tienen vida, y vida en
abundancia; he compartido tiempo con religiosas jóvenes que tienen mucha
energía y entusiasmo, con religiosas ya experimentadas que siguen con la misma
ilusión que el primer día y con una capacidad de entrega admirable, y con unas
religiosas mayores que desprenden sabiduría y humor.
Hermanas, gracias, por haberme hecho sentir tan
bien entre ustedes. Que Dios las bendiga.
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