La dimensión fuertemente eclesial de la vida
religiosa exige que la formación, en todos sus aspectos, se realice en profunda
comunión con la Iglesia universal. De esta manera, cada hermana mercedaria
podrá vivir su vocación, de modo concreto y eficaz, en la Iglesia local y
para la Iglesia local, a la que es
enviada según la misión del Instituto. (Const. 93).
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