Está ya muy
cercano el día en que celebramos y recordamos con tremendo gozo el nacimiento
de Jesús nuestro Salvador, que quiso hacerse uno de nosotros para compartir el
día a día de nuestra vida. Hagámosle un lugar en nuestro corazón para darle
posada y que se albergue para siempre en nosotras. Y que al darle cobijo, nos
capacite, a la vez, para dárselo a nuestros hermanos que sufren y que vagan sin
encontrar, muchas veces, nadie que los acoja.
Tú, Señor nuestro, eres el regalo, el único portador de la Buena
Noticia. Nos naces como Mesías, como el Emmanuel, la ternura de Dios reflejada
en un niño. ¿Sabremos verte en medio de tanto adorno? Danos fe para que así
sea. Danos la confianza ciega en ti como hizo María, danos el silencio fecundo
de José. Que seamos pastores que nos acerquemos con el corazón y la mirada
limpia para adorarte, bendecirte y proclamar la Gloria de Dios.
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