domingo, 23 de febrero de 2014

Encuentro de superioras







Decálogo de la
Superiora




1.- Sean mujeres
de Dios
, dedicando tiempos largos a la oración, pidiendo constantemente al
Señor el don de la sabiduría para discernir en toda ocasión según Dios.
Recuerden: la comunidad no es de ustedes, sino del
Señor. Él les  ha confiado cada hermana.
Se hace necesario estar siempre en contacto con Él para apacentar la grey según
Dios (cf. 1P 5, 14).

2.-  Sean mujeres de escucha y de diálogo,
pues, como indica el mismo término “autoridad”, están llamadas a hacer crecer,
a promover la dignidad de la persona.
Escuchar es uno de los ministerios más importantes y sanadores que pueden y
deben ejercer las superioras.
Dialogar, por otra parte, es “dejarse
atravesar por la palabra del otro
”, intentar ponerse en la situación de la
hermana.
Ni la escucha ni el diálogo son estrategias para
imponer lo que uno cree o piensa. Son medios necesarios para buscar juntos lo
mejor, aún sabiendo que la última palabra la tiene la superiora (cf. VC 43).
Animen a las hermanas a asumir responsabilidades y respétenlas y exíjanlas una
vez asumidas. Promuevan en todo momento una espiritualidad de comunión.

3.- Siéntanse 
en camino
, mendicantes de sentido, y compañeras de camino de las
hermanas que el Señor les ha  confiado;
cercanas a ellas en todo momento, y provocándoles para pasar de lo bueno a lo
mejor, como Jesús hizo con los discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 13ss).
Garanticen a las comunidades tiempos y calidad de oración y discernimiento.

4.- Sean libres, sirviendo a todas, sin
dejarse  manipular por ningún grupo de
presión, teniendo siempre el Evangelio, las Constituciones  y el bien de las hermanas como “regla” de su
comportamiento. Hacerse, como Pablo, “todo para todos”. Que nada ni nadie les
quite la libertad de actuar según Dios.

5.-  Sean  misericordiosas, como se lo pide el mismo
Carisma mercedario, sin abdicar el servicio 
de la autoridad (VC 43), recordando, principalmente con el testimonio de
sus vidas, las exigencias del Evangelio y de nuestra forma de vida.
Desarrollen  una pedagogía del perdón. En todo momento
sean  instrumentos del amor de Dios que
acoge, corrige y da siempre una nueva oportunidad a quien peca.

6.- Sean apasionadas por la vida y misión mercedaria. Trasmitan, a
tiempo y a destiempo, esa pasión a las hermanas. Siembren  con entusiasmo, como si todo dependiese de
ustedes, sabiendo que quien hace crecer la semilla es Él (cf. Mc 4, 26ss).

7.- Sean  centinelas de la mañana. Pongan  los ojos en el futuro, anticipen  el futuro. Para ello afronten el
redimensionamiento de las entidades en función de la misión y del futuro, hacia
el cual nos empuja el Espíritu.
Recuerden  que
si bien es verdad que tenemos una gran historia que recordar y transmitir,
también es verdad que tenemos una gran historia por delante que hemos de
construir (cf. VC 110). Enfrenten  al
redimensionamiento de presencias como un momento de gracia pascual, para vivir de
un modo más simple y vulnerable, pero también más profético y ciertamente más
propio de servidoras simples y humildes.
Con sentido de futuro promuevan siempre una misión
compartida con los laicos.

8.- Sean  custodias de esperanza y animadoras, sin descuidar el gobierno, infundiendo ánimo
y esperanza en el corazón de las hermanas, particularmente en los momentos
difíciles.
Sean modelos de las hermanas “en la palabra, en el
comportamiento, en la caridad, en la fe, en la pureza…” (1Tim 4, 12).
No sean simples gestoras de la rutina. No se  resignen 
nunca a la mediocridad. Hagan memoria constante de las exigencias
radicales del Evangelio que han prometido “observar
fielmente
”  y de las Constituciones,
médula del Evangelio, que han  profesado.

9.-  Sean  acompañantes de las hermanas en el camino
de la Formación Permanente
. Esta tarea aparece hoy como una de las más
urgentes para la  vida y misión.
Sin formación permanente nuestra vida se encaminará
hacia un empobrecimiento desolador y no es posible una fidelidad creativa, como
nos pide la Iglesia y el mundo (cf. VC 37), como tampoco  puede darse una adecuada formación inicial.

10.- 
Trabajen  incansablemente por la
interprovincialidad, futuro de su 
fraternidad universal.
Ninguna entidad, por rica que parezca, puede
prescindir de las demás.
Superen  la mentalidad provincialista y, en todo
momento, fomenten  la interprovincialidad
y el sentido de pertenencia a la Congregación.




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Madre de Las Mercedes

Madre de Las Mercedes
Nuestra Señora de las Mercedes es de todos y para todos”. P. Zegrí.