Normalmente el domingo que sigue a la fiesta de la Epifanía
es dedicado a celebrar el bautismo de Cristo, este año se celebra el domingo 12
de enero y señala la culminación de todo el ciclo natalicio o de la
manifestación del Señor. Es también el domingo que da paso al tiempo durante el
año, llamado también tiempo ordinario.
Cuando Cristo se metió en la fila para esperar su turno de
ser bautizado, seguramente San Juan Bautista no sabía que hacer. Llegó el
Mesías delante de él y pidió el bautismo. El Bautista exclamó: “Soy yo el que
necesita ser bautizado por ti, ¿tú vienes a mí?” (Mt 3,14). El Catecismo hace
referencia a esta actitud humilde de Cristo en el n.536:
Hay una diferencia importante entre los dos bautismos: El de
Juan: con agua, exterior, signo de arrepentimiento para el perdón de los
pecados. El de JESÚS: con Espíritu Santo, renovación interior que nos hace
"partícipes de la naturaleza divina”
"No soy digno ni siquiera de desatar la correa de su
sandalia..." trabajo reservado al más inútil de los esclavos... Juan
destaca la infinita distancia entre él y Jesús...
¿Por qué entonces Jesús se hace bautizar por Juan? [es una
escena tan impresionante, que podría resultar incomprensible, y hasta
escandalosa]...
Pero admitámoslo, y descubramos nuevamente el
"modo" que Dios emplea para salvarnos: hoy se pone en la fila de los
pecadores, y aunque no lo necesitaba, se somete también a un bautismo de penitencia...
Se ha hecho semejante a nosotros en todo, y por eso no se avergüenza de
colocarse en la fila de aquellos que se preparaban para la llegada del Reino de
Dios... así como tampoco se avergonzó de nosotros cuando tomó sobre sí todos
nuestros pecados, y subió a la Cruz como si fuese un delincuente... Pero el
bautismo que recibió Jesús fue muy "especial": ciertos hechos nos
indican que con Él comienza un nuevo bautismo:

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