sábado, 14 de diciembre de 2013

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO

En el evangelio, hay un cambio radical desde la tristeza de la duda de Juan Bautista en la cárcel hasta la alegre certeza de que Jesús es definitivamente el Mesías Esperado. El Bautista tenía que darse cuenta de que el envío del mensajero es en sí un signo concreto de la llegada del Mesías. El que viene ha anunciado su llegada a través de su mensajero. No hay que dudar más y dejar que la tristeza nos domine. Otro signo concreto de que el tiempo de espera está llegando a su fin y de que la realidad de la salvación cada vez se avecina, se basa concretamente en el hecho de que los ciegos ven, los leprosos quedan limpios de su enfermedad y a los pobres se les anuncia la buena noticia. Durante las primeras horas y días, inmediatamente después del supe tifón Hayan en Filipinas, solo había oscuridad y confusión. No obstante, a medida que iban restableciendo la comunicación y llegaba la ayuda material, crecía también la alegría y la certeza de que lo peor ya ha pasado; ya se puede pensar en reconstruir. Como Juan Bautista, también pasamos por momentos de dudas. Sin embargo, como el evangelio nos señala, se necesita que aparezcan signos concretos de que el día esperado está cada vez más cerca. Solamente cuando recuperamos nuestra capacidad de mostrar obras concretas de solidaridad, de cambios concretos de mentalidad y actitudes, podremos afirmar que la vida y la salvación ya están cerca. Cada uno de nosotros es como Juan Bautista, un mensajero enviado delante de Él para que, desde nuestros trabajos, nuestros compromisos y convicciones, crezca proporcionalmente la certeza de la llegada del Mesías. Cada gesto concreto en nuestro de servir, en curar heridas y ayudar a los necesitados es un pequeño rayo del sol que garantiza de que el día está llegando. De lo contrario, solo volverán las penas y aflicciones. Que Dios nos ayude a ser signos concretos, que hagan aumentar el gozo y la alegría de que el día esperado ya está cerca.





CLAVES para la VIDA - Las promesas de los profetas se hacen realidad -¡y de qué manera!- en la persona y acciones de Jesús. Ésta es su respuesta a los mensajeros que Juan, el Bautista, le ha enviado. El “sueño” antiguo que atribuía al Mesías y su quehacer liberador, una serie de acciones portentosas (“los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios...”, v. 5) se están ya realizando en la persona de Jesús. Ya no hay duda alguna: la presencia y la novedad plena de Dios se da en la persona de Jesús. El mismo Jesús lo aclara. Juan ha sido el precursor, cerrando la etapa de la espera; ahora, quien se ha encontrado con Él, resulta que se ha topado con algo insospechado, y todo su ser y toda su existencia y caminar queda lleno de vida y plenitud. ¡Es la grandeza del Reino! ¡Es la maravilla del DON de Dios para cuantos se abren a su Novedad! - Aquí me encuentro yo, con todas las ventajas que supone el pertenecer al Reino y a su plenitud! Hoy puedo contemplar las palabras y acciones de Jesús, el Salvador; hoy puedo volver a escuchar su invitación a participar plenamente del don del Reino; hoy volveré a ser enviado, para que otros hermanos y hermanas puedan disponer también del inmenso gozo del Reino y sus consecuencias a través de mis palabras y de las acciones salvadoras que realice, al estilo del mismo Jesús, compartiendo así su misma misión. ¡Ahí es nada! ¡Es mi nueva condición, que ha alcanzado su madurez y plenitud...!


ORACIÓN PARA ESTE DÍA

“Danos, Señor, el valor para asumir la propuesta del profeta Juan a cambiar de vida. Y que así nos preparemos a recibir el Espíritu renovador y nuevo”.

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Madre de Las Mercedes

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Nuestra Señora de las Mercedes es de todos y para todos”. P. Zegrí.