Nuestra acción educativa
es tarea de Iglesia, en cualquier ámbito donde sea necesaria la educación de
los seres humanos. Debe ser auténticamente católica en las escuelas o fuera de
ellas, porque sólo la educación puede
cicatrizar las heridas producidas en nuestra sociedad actual por tantos errores
y absurdos como tratan de difundir los que, no levantando los ojos de la
materia, creen que el mundo puede vivir sin Dios, sin fe, sin esperanza y sin
caridad. (Const.77)
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